martes, 19 de mayo de 2009

NO RECUERDO MI AYER

El Caminante llegó puntual, era su costumbre, valoraba su tiempo demasiado como para hacerlo de otra manera. Algunos, lo apreciaban, otros no le daban importancia, para él era una de las formas mas sutiles y valiosas de demostrar su aprecio por los demás.
El pomo de la puerta en su mano era a la vez firme y suave, quizás un preludio de la presencia del otro lado.La pesada puerta se abrió, sin ruido, perfectamente balanceada y un aroma de años lo envolvió, pasto recién cortado, las tostadas de la mañana, su plato preferido preparado por su madre, el aroma de las mujeres que había amado al darles el primer beso. El impacto lo dejó sin aliento, le costó dominar sus emociones, Su esfuerzo valió la pena, un brillo en sus ojos fue el único indicador de las emociones controladas. Sus piernas volvieron a responderle y avanzó, hacia ese lugar que, ya antes de entrar, le había alterado de tal manera.
Cruzar el umbral fue atravesar el tiempo y el espacio, lugares, momentos emociones, cada uno queriendo ocupar el primer lugar, un tropel de caballos salvajes a cual más veloz.
Sólo su autodominio le permitió continuar sin mostrar el torbellino que era su mente, no contaba con que
lo más fuerte aún no había pasado.
Concentrándose en si mismo, no la vio hasta casi haber llegado a su lado, la visión fue un nuevo golpe a su conciencia.
Parada, erguida, su silueta recortándose contra la Luz del atardecer, la Guardiana, esperaba.
Cabellos rojos que terminaban donde empezaba el crepúsculo, ropa elegante, destacaba su cuerpo sin ser atrevida, sugerente sin ser provocativa, pantalones que destacaban sus piernas, y botas que daban al conjunto un toque de intemporalidad. ¿Cómo describir a alguien que, preparada para la batalla, daría envidia a damas ataviadas para la mas lujosa de las fiestas?
Su rostro apenas se insinuaba contra la Luz, el Caminante no lo recordaría por mucho tiempo, solo quedaría grabada en su memoria la impresión de algo que siempre buscaría en otras para no encontrar en ninguna.
El saludo del Caminante demostró el respeto que sentía por ella, un suave roce de los labios sobre el dorso de la mano tendida de la Guardiana, y otra vez el fuego de los recuerdos y la añoranza del pasado, arremetiendo contra su conciencia.
Antes de poder él articular palabra Ella habló, y su voz fue la caricia esperada, el agua que calmaba su sed, la brisa fresca un cálido día del estío.

- Caminante, no gastes tus fuerzas, sé lo que significa estar aquí, son pocos los que han podido entrar. De todos ellos sólo tú, y no sabía si lo ibas a lograr, has sido capaz de alcanzarme.
- Como sabes soy la Guardiana.
- Un día muchos años atrás, los Dioses me eligieron, nunca supe porqué.
- Cansados de la estupidez de los hombres me hicieron la depositaria de todos sus recuerdos, por eso, cada vez que una guerra está por comenzar, que un conflicto parece inevitable, que los Dragones comienzan su vuelo para alejarse de nosotros, yo, hago a los humanos recordar.
- Recuerdan el ardor de las heridas, el aroma de la pólvora, el dolor de la pérdida del ser amado, la ignorancia que siguió a la partida de los Dragones y recapacitan.
- Soy la voz que susurra en sus oídos cuando están al borde del abismo, y les hace retroceder, la lluvia que extingue la braza en el bosque, antes que se vuelva voraz incendio, el destello que ciega al atacante y le impide dar el golpe mortal.
- Soy todos y ninguno. Alguna vez hasta tú me necesitaste, luego de ese momento meneaste tu cabeza como negando la realidad de lo que te había ocurrido.

La mirada del Caminante, aún perturbada por las emociones, mostró que ella decía la Verdad, y siguió escuchando…

- La carga es pesada, pero no reniego de ella, sería una herejía que no me atrevo, ni deseo cometer.
- Pero, Caminante, querrás saber porque te he llamado
- De todos los recuerdo de todos los hombres, atesoro los tuyos, en ellos encuentro regocijo y consuelo
- Eres el único que ha visto cosas con las cual muchos ni soñarían en sus rutinarias existencia, y que llevarían mas de una vida para contar.
- Has visitado Bosques olvidados, has visto Criaturas que muchos llaman imaginarias, y has encontrado la Magia donde todos encontrarían solo Desesperación.
- Caminante, yo, que recuerdo todo de todos, te necesito
- Como los Dioses me eligieron a ti te elijo
- Sigue tus Viajes, encuentra todo lo que perdí cuando dejé mi Vida para volverme esta Misión.
- Cruza a mis hijos, y pídeles que te cuenten de cuando vivíamos juntos, de sus juegos y mis risas, de mi amor y sus sonrisas, de mis llantos y sus manos acariciando mis cabellos. De tortas humeantes en tardes de domingo y de noches en vela, cuidando de sus enfermedades
- Corre por el campo con mi perro, siéntelo jadear y arrojarse sobre tí en la hierba, Juega con el y disfruta su carácter dulce, escondido detrás de su feroz aspecto
- Habla con los hombres que he amado, y que me han amado, que te cuenten de nuestras noches de amor, de nuestros días otoñales corriendo entre hojas amarillas, de infinitas playas y largos caminos recorridos juntos, la distancia acortada por conversaciones y risas, de secretos compartidos y caricias ocultas, de sueños sin concretar pero no por eso menos maravillosos.
- Busca y descubre lo que yo era y recuérdalo para mí.
- Reconstruye, pieza por pieza, el rompecabezas de lo que una vez fue mi vida.
- Es la única forma que podré, así, encontrar a la mujer que fui.

No hacía falta decir nada más. El silencio cayó como un telón que marcaba el final del encuentro. El Caminante asintió. Una suave inclinación de cabeza en señal de respeto y comenzó a alejarse de la Guardiana, rumbo a la puerta y a la tranquilidad que su espíritu necesitaba.
No había terminado de dar el primer paso cuando escuchó, a modo de saludo, las frases finales de la Guardiana.

- Porque yo, Caminante, que todo lo recuerdo de todos…

- No recuerdo mi ayer…

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